" ... A las dos, cuando
la ola de los empleados termina de romper en los umbrales de tanta casa, Villa
del Parque se pone desierta y luminosa. Por Tinogasta y Zamudio bajó Clara
taconeando distintamente, saboreando un sol de noviembre roto por islas de sombra
que le tiraban a su paso los árboles de Agronomía. En la esquina de Avenida San
Martín y Nogoyá, mientras esperaba el ómnibus 168, oyó una batallla de
gorriones sobre su cabeza, y la torre florentina de San Juan María Vianney le
pareció más roja contra el cielo sin nubes, alto hasta dar vértigo. Pasó don
Luis, el relojero, y la saludó apreciativo, como si alabara su figura prolija,
los zapatos que la hacían más esbelta, su cuellito blanco sobre la blusa crema.
Por la calle vacía vino remolonamente el 168, soltando su seco bufido
insatisfecho al abrirse la puerta para Clara, sola pasajera en la esquina
callada de la tarde."
De padres argentinos, Julio
Cortázar nació en Bruselas, Bélgica, el 26 de Agosto de 1914. Eran tiempos de
terror en el Viejo Continente, que sufría los embates de la Primera Guerra
Mundial. Cortázar padre había sido enviado a Europa en una misión comercial en
la Legación de la República Argentina en Bruselas, en un viaje que inicialmente
sólo duraría algunos meses. La guerra y sus consecuencias dejó a la familia
lejos de su país por cuatro años, deambulando por España y Suiza.
En 1918, los Cortázar
pudieron retornar a la Argentina y se instalaron en una vieja casona de la
localidad de Banfield, a pocos kilómetros de Buenos Aires.
No fue fácil la infancia de
Julio. Su padre abandonó a la familia y el mundo del niño quedó reducido al
contacto con su madre, su hermana y algunas tías. Era un chico solitario,
tímido, sumamente introvertido, que pasaba horas leyendo los libros que podíarescatar de la biblioteca familiar. A ese primer llamado de la literatura le
siguieron otros intereses que desarrollaría a través de los años: el boxeo y la
música, particularmente el jazz, se transformarían en pasiones que nunca
abandonaría.
A principios de la década
del 30, la familia Cortázar se mudó a Buenos Aires. Julio cursó el secundario
en el Colegio Mariano Acosta y obtuvo el título de maestro de escuela. Sus
primeros trabajos como docente lo llevaron a tres pueblos que en esos años
permanecían olvidados en medio de la pampa: Saladillo, Bolívar y Chivilcoy.
Para entonces, ya había
escrito algunos poemas que publicó con el título Presencia, bajo el seudónimo
"Julio Denis". Había comenzado a escribir sus primeros cuentos y una
obra dramática, Los Reyes, que verían la luz recién a partir de 1949.
Cansado de la vida de los
pueblos y con la necesidad de tener un mayor contacto con los ámbitos
intelectuales argentinos, gestionó una cátedra en la Universidad de Cuyo, en la
provincia de Mendoza. Durante un año dictó clases de literatura, pero debió
renunciar por desavenencias con el gobierno del General Juan Domingo Perón y su
política populista.
En Francia trabajó como
traductor independiente de la UNESCO. Su labor le permitía tener la libertad
para seguir escribiendo y viajar constantemente. Aurora Bernárdez, su primera
mujer, lo acompañaba en sus periplos por Europa y Asia.
El alejamiento de su país lo
acerca, paradójicamente, a un nuevo descubrimiento de su identidad. Cortázar
cambia rotundamente de posición respecto de los movimientos sociales que lo
habían alejado de la Argentina. Desde París, se siente atraído por América
Latina y apoya activamente a las revoluciones cubana y nicaragüense. Visita
varias veces ambos países, transformándose en un continuo colaborador de sus
proyectos culturales y un divulgador de sus logros políticos y sociales.
La publicación de Rayuela,
en 1963, lo ratificó como uno de los narradores latinoamericanos más
originales, al construir una novela que significaba un quiebre con respecto a
la narrativa tradicional. Aclamado por los lectores y reconocido por la
crítica, llegó a convertirse en un referente del boom de la novela
latinoamericana, junto con Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa y Gabriel García
Márquez.
El éxito de Cortázar era una
conjunción entre una literatura fresca y lúdica, su compromiso político y su
atracción personal, enfatizada por ciertos rasgos que despertaban la curiosidad
de sus lectores: parecía ser eternamente joven, tenía múltiples aventuras
amorosas y era admirado y querido por quienes lo conocían.
La llegada de las dictaduras
a América Latina fortaleció su compromiso con los pueblos que las sufrían. La
novela Libro de Manuel (1973), en donde aborda la temática de la lucha armada,
representó la entrada definitiva de la política en su obra. El premio que
obtuvo por el libro fue donado íntegramente a los grupos chilenos que resistían
a la dictadura de Augusto Pinochet. Del mismo modo, los derechos de autor de
muchas de sus obras fueron cedidos a diferentes causas sociales.
Para entonces, se había
separado de Aurora Bernárdez y mantenía una relación estable con la lituana
Ugné Karvelis. La relación duró algún tiempo, hasta que conoció a la escritora
francófona Carol Dunlop, de 31 años, durante un viaje a Montreal, Canadá.
Aunque Cortázar tenía más de
sesenta y cinco años cuando conoció a Carol, la relación que se estableció
entre ambos fue intensa y pasional. Juntos realizaron un viaje por la autopista
París - Marsella, que dio como resultado la publicación de Los autonautas de la
cosmopista, escrito entre ambos. El idílico romance terminó abruptamente con la
muerte de Carol, víctima de una rara enfermedad.
Abatido por la pérdida y
enfermo de leucemia, Julio hizo un último viaje a la Argentina, ya en
democracia. Estaba viejo por primera vez, deprimido y cansado. De regreso a
París, fue internado varias veces hasta que murió, el 12 de febrero de 1984.