“Mientras en la cocina
ardían hornillas y fogones dispuestos alrededor de un gran brasero central, y
mientras se torteaban las tortillas en ese aplauso de manos enjuagadas en
machihuis de barro colorido, y mientras palpitaban todos los hervores de los
caldos y las sopas, y mientras chirriaban las carnes asadas y fritas, y en los
cazos de cobre, lenta y acompasadamente meneados, se iba solidificando la leche
de los jamoncillos y chiclosos, y se espesaba la pasta de duraznos y membrillos
y guayabas, y se redondeaban en miel los tejocotes, y se ovalaban los higos y
las peras, y rezumaban sus aromas y sabores distintos los membrillos, las
manzanas y los camotes y las calabazas, yo repasaba las estrofas de la Suave
Patria en compañía de mi hermana mayor, Elena, la que me enseñó a saborear cada
palabra de Ramón como si fuera la cada vez mejor de todas las golosinas de este
mundo”.
Juan José Arreola y Zúñiga
nació el 21 de septiembre de 1918 en Zapotlán el Grande (hoy Ciudad Guzmán),
Jalisco. Arreola fue vendedor ambulante, cargador, periodista, impresor,
cobrador, editor, panadero, maestro, actor, burócrata, traductor, escritor.
Experiencias que recuperaría en su novela La feria (1963), llevada al cine por
Rafael Corkidi (1990). En la Escuela de Teatro del Instituto Nacional de Bellas
Artes (INBA), fue discípulo de Fernando Wagner.
Estudió actuación en París
(1945) con el apoyo de Louis Jouvet de la Comédie Francaise, y participó en
algunas obras montadas por esta compañía. Trabajó de maestro en la Radio
Televisión Francesa (RTF).
De 1946 a 1949 fue corrector
de pruebas en el Fondo de Cultura Económica (FCE) dirigido por don Daniel Cosío
Villegas, a instancias de Antonio Alatorre. Poco después se vio obligado a
redactar solapas de libros, lo cual le ayudó a ordenar toda la información
adquirida hasta entonces e inclinarse por la brevedad que caracteriza su
producción literaria.
En la segunda mitad de los setentas, trabajó
sucesivamente en los canales 11 y 13 y después en Televisa, donde destacó como
espléndido narrador. Llega a tener su propio programa Vida y voz, donde se presenta encapotado como si se
tratara de un mago del lenguaje.
Don Juan José se ha hecho merecedor de prestigiosas distinciones a lo largo de su vida, entre las que destacan: el Premio Jalisco de Literatura (1953); el Premio Xavier Villaurrutia (1963); el Premio Nacional de Lingüística y Literatura (1979); el Premio Nacional de Periodismo (1963); Premio Nacional de Programas Culturales de Televisión; la condecoración del gobierno de Francia como Oficial de Artes y Letras Francesas; Premio Universidad Nacional Autónoma de México (1987); Premio Internacional de Literatura Juan Rulfo (1992); el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Colima (1996); y el Premio Internacional de Literatura Alfonso Reyes (1997). El 21 de septiembre de 1998, el pueblo y gobierno de Jalisco le rindieron un merecido homenaje por su trayectoria y celebraron en el Instituto Cultural Cabañas sus ochenta años.
Utilizó dos seudónimos:
Eduardo Hoisel en la página literaria de El Occidental de Guadalajara, Jalisco,
en el artículo Ha muerto Paul Valéry; el segundo fue Tartufo en El Vigía, a
fines del año 1938 o principios de 1939 y hasta marzo de este último año. Al
respecto, explicó: “Firmé con el seudónimo Tartufo para escudar en este
personaje, símbolo de la hipocresía, mi primer engendro periodístico”.
(Diccionario de seudónimos, anagramas, iniciales y otros alias. UNAM, Instituto
de Investigaciones Bibliográficas, México, 2000. P. 75)
La obra de Juan José Arreola ha servido como base en la producción de Cine independiente en la realización de cortometrajes, además de haber sido el autor de un guión para un documental en 1969.
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