martes, 2 de diciembre de 2014

Julio Cortazar.


" ... A las dos, cuando la ola de los empleados termina de romper en los umbrales de tanta casa, Villa del Parque se pone desierta y luminosa. Por Tinogasta y Zamudio bajó Clara taconeando distintamente, saboreando un sol de noviembre roto por islas de sombra que le tiraban a su paso los árboles de Agronomía. En la esquina de Avenida San Martín y Nogoyá, mientras esperaba el ómnibus 168, oyó una batallla de gorriones sobre su cabeza, y la torre florentina de San Juan María Vianney le pareció más roja contra el cielo sin nubes, alto hasta dar vértigo. Pasó don Luis, el relojero, y la saludó apreciativo, como si alabara su figura prolija, los zapatos que la hacían más esbelta, su cuellito blanco sobre la blusa crema. Por la calle vacía vino remolonamente el 168, soltando su seco bufido insatisfecho al abrirse la puerta para Clara, sola pasajera en la esquina callada de la tarde."

 


 
 
 
 
 
 
 
De padres argentinos, Julio Cortázar nació en Bruselas, Bélgica, el 26 de Agosto de 1914. Eran tiempos de terror en el Viejo Continente, que sufría los embates de la Primera Guerra Mundial. Cortázar padre había sido enviado a Europa en una misión comercial en la Legación de la República Argentina en Bruselas, en un viaje que inicialmente sólo duraría algunos meses. La guerra y sus consecuencias dejó a la familia lejos de su país por cuatro años, deambulando por España y Suiza.

 

En 1918, los Cortázar pudieron retornar a la Argentina y se instalaron en una vieja casona de la localidad de Banfield, a pocos kilómetros de Buenos Aires.

No fue fácil la infancia de Julio. Su padre abandonó a la familia y el mundo del niño quedó reducido al contacto con su madre, su hermana y algunas tías. Era un chico solitario, tímido, sumamente introvertido, que pasaba horas leyendo los libros que podíarescatar de la biblioteca familiar. A ese primer llamado de la literatura le siguieron otros intereses que desarrollaría a través de los años: el boxeo y la música, particularmente el jazz, se transformarían en pasiones que nunca abandonaría.

 

A principios de la década del 30, la familia Cortázar se mudó a Buenos Aires. Julio cursó el secundario en el Colegio Mariano Acosta y obtuvo el título de maestro de escuela. Sus primeros trabajos como docente lo llevaron a tres pueblos que en esos años permanecían olvidados en medio de la pampa: Saladillo, Bolívar y Chivilcoy.







 

Para entonces, ya había escrito algunos poemas que publicó con el título Presencia, bajo el seudónimo "Julio Denis". Había comenzado a escribir sus primeros cuentos y una obra dramática, Los Reyes, que verían la luz recién a partir de 1949.

 

Cansado de la vida de los pueblos y con la necesidad de tener un mayor contacto con los ámbitos intelectuales argentinos, gestionó una cátedra en la Universidad de Cuyo, en la provincia de Mendoza. Durante un año dictó clases de literatura, pero debió renunciar por desavenencias con el gobierno del General Juan Domingo Perón y su política populista.

 

 

En Francia trabajó como traductor independiente de la UNESCO. Su labor le permitía tener la libertad para seguir escribiendo y viajar constantemente. Aurora Bernárdez, su primera mujer, lo acompañaba en sus periplos por Europa y Asia.

 

El alejamiento de su país lo acerca, paradójicamente, a un nuevo descubrimiento de su identidad. Cortázar cambia rotundamente de posición respecto de los movimientos sociales que lo habían alejado de la Argentina. Desde París, se siente atraído por América Latina y apoya activamente a las revoluciones cubana y nicaragüense. Visita varias veces ambos países, transformándose en un continuo colaborador de sus proyectos culturales y un divulgador de sus logros políticos y sociales.

 

La publicación de Rayuela, en 1963, lo ratificó como uno de los narradores latinoamericanos más originales, al construir una novela que significaba un quiebre con respecto a la narrativa tradicional. Aclamado por los lectores y reconocido por la crítica, llegó a convertirse en un referente del boom de la novela latinoamericana, junto con Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez.

 

El éxito de Cortázar era una conjunción entre una literatura fresca y lúdica, su compromiso político y su atracción personal, enfatizada por ciertos rasgos que despertaban la curiosidad de sus lectores: parecía ser eternamente joven, tenía múltiples aventuras amorosas y era admirado y querido por quienes lo conocían.

 

La llegada de las dictaduras a América Latina fortaleció su compromiso con los pueblos que las sufrían. La novela Libro de Manuel (1973), en donde aborda la temática de la lucha armada, representó la entrada definitiva de la política en su obra. El premio que obtuvo por el libro fue donado íntegramente a los grupos chilenos que resistían a la dictadura de Augusto Pinochet. Del mismo modo, los derechos de autor de muchas de sus obras fueron cedidos a diferentes causas sociales.

 

Para entonces, se había separado de Aurora Bernárdez y mantenía una relación estable con la lituana Ugné Karvelis. La relación duró algún tiempo, hasta que conoció a la escritora francófona Carol Dunlop, de 31 años, durante un viaje a Montreal, Canadá.

 

Aunque Cortázar tenía más de sesenta y cinco años cuando conoció a Carol, la relación que se estableció entre ambos fue intensa y pasional. Juntos realizaron un viaje por la autopista París - Marsella, que dio como resultado la publicación de Los autonautas de la cosmopista, escrito entre ambos. El idílico romance terminó abruptamente con la muerte de Carol, víctima de una rara enfermedad.

 

Abatido por la pérdida y enfermo de leucemia, Julio hizo un último viaje a la Argentina, ya en democracia. Estaba viejo por primera vez, deprimido y cansado. De regreso a París, fue internado varias veces hasta que murió, el 12 de febrero de 1984.

 

 

 

 
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario